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martes, 10 de febrero de 2009

La primavera a la vuelta de la esquina

Asoma en el horizonte una punta de primavera

una ilusión rosada,una esperanza

nueva

No obstante la tierra cumple sus viejos ciclos.



Acabado el invierno,los nidos

se rehabitan,

las campanas suenan a fiesta

el día se prolonga

y las sombras se borran

más fácilmente.


Mantos de leche tibia

el limonero suplica para

su fábrica de fragancias.

Y las gentes confeccionan

para la mesa familiar

manteles de organzas

y de miel su pan,y ramos de

azahar.


La primavera se anuncia

trémula entre soles y lluvias,

con sandalias floreadas

y collares de nácar

paseará por mi playa.

Los niños le darán su bienvenida

alzando cometas

al cielo,

las caracolas luminosas

repetirán el ruido del mar.


Y sobre la mesa

serviremos

Pan de

Paz

domingo, 1 de febrero de 2009

Vilavella: Falsas expectativas.

Nada de lo que dije. Todo al revés. Nada de contención en la salida. Tres treinta y en subida. Verdadera pena en las pistas corredoras. Motor diesel quemado, ballestas Grisel top gama.
La bajada de auténtico especialista. Rompedor en la roca. Verdadero lanzador en las sendas hacia el infierno de las rampas. No hay gasoil en el carburador cuando el rodeno se mantiene firme hacia arriba. Ni las pendientes mínimas después de las bajadas eléctricas eramos capaces de mantener.
En resumen, falsas espectativas. Caida en picado. De alante atrás es demasiado triste la pelicula.
Demostrar que soy de los elegidos en los tres primeros kilómetros a ciento ochenta y seis latidos cardiacos por minuto no sirve de nada, sobre todo si quedan dieciseis kilómetros para desfallecer.
El oxígeno no me ha faltado, pero sí la mala sangre para mantener un ritmo algo más que cansino en la eterna subida hasta las eses del calvario
Senda de la cantera; notable alto, incluso el descenso a ritmo monocorde. No ha sido así en la pista de rodeno hasta el kilómetro cinco. Decaimiento y demasiadas facilidades para los rivales. Gente que no debiera haberme echado el gancho jamás. Ahí estaban los buitres hincando el diente al impala enfermo.
Recuperación en la senda de Cabres del kilómetro seis. Salida de nuevo a la pista e infierno en la subida. Gabriel Marín me daba caza como un chaval. Pasitos cortos y ritmo pobretón de muchos años. No era su mejor imagen. Bagán el barbero del ravalet me tenía coronando el final de las eses y entraba delante para coronar el pico.
La senda de la cumbre pura delicia de dificultad. Descenso con embotellamiento en la trialera excavada en la piedra suelta. Golpe de efecto y ataque de verdadero lujo hasta la paleta del doce para romper en el asfalto hacia el abismo, a menos de tres por kilómetro.
Sin rivales en el trece, lo que se adivinaba un final de tranquilidad. Nada más lejos de la realidad. Nuevo ataque en el descenso del catorce por parte del barbero para ir remojandome las barbas. Solamente el descenso del quince me mantuvo por delante. Después hasta Norberto y otros anónimos me daban caza sin posibilidad de reharcerme. Ni las últimas pendientes favorables me devolvieron la pegada. Las once y media sonaban en el capanario del pueblo subiendo la penultima rampa del camí de la mina.
Ultimo kilómetro vacio de poder. Recuperé la zancada en la recta final de meta. No estaba todo perdido.
Lo más triste es que nadie me animó. Nadie me conoció. En dos años se olvida demasiado.
Quizás es que este deporte es demasiado duro y desagradecido.
Quizás esperaba demasiado para llevar solamente cinco semanas entrenando, después de mi parón del 2007.
Tomo nota.