Esta vez voy a ser tópico. Con Junio viene el verano, el buen tiempo y el mar. No era así hace unos años, cuando en este mes ya llevaba muchas inmersiones en el charco sagrado; muchas más que meses llevabamos en el año.
Esta vez voy a ser dominguero playero estacional. Después de un Mayo especialmente lluvioso y desapacible en cuanto a temperaturas y de tiempo antimarino, llegó Junio, y con el un nuevo viernes. La bici BTT dorada y las ganas de encontrarme con mi mare nostrum.
En las piedras del grao. Desnudo mis extremidades y mi torso para chupar un poco del astro rey a pelo. Vuelta delante y atrás. Quince minutos de relax que se tornan lentos y de disfrute continuo.
Como el sorbo de un buen vino.
El contacto con el agua siempre es frio, muy frio. Voy penetrando en el mar palmo a palmo. Ya cruza la linea del esternon y la represión corporal es ya muy evidente, hasta que con un gesto rápido me sumergo totus body y ya está... es la nueva dimensión. Adios al frio y al miedo. Estoy en mi medio natural de raza. Comprendo que soy mediterráneo desde la médula hasta el rabo.
Desaparece el cansancio nadador de la piscina y comienzo a disfrutar de mi nuevo ser.
El tiempo ya no tiene sentido. El agua salada y fresca me envuelve y me revitaliza. Debo recargar la bateria. Voy dejando malos rollos en el mar. Al salir, envuelto por la brisa y de espalda contra las piedras el secado gozoso es rapido e intenso. Me visto y el nuevo hombre ya está dispuesto a pedalear y volver a casa para enfrentarse con el baby destroyer de Quique.
domingo, 8 de junio de 2008
domingo, 1 de junio de 2008
VIERNES
Se ha terminado la semana. Eludo la comida del servicio por motivos de cansancio comprensibles. Bocadillo en la terraza del hospital. Rehabilitación de mi rodilla izquierda. Decathlon por unas gafas de mi nena. Provisiones de nutrientes energéticos de largo recorrido.
El potro negro de aluminio cargado en el coche, desmontadas sus ruedas.
Onda es el destino del motor de cuatro ruedas. Con las dos me dispongo a rodar asfalto hacia cumbres de paraiso.
La sensación de viernes me embarga como nunca. El pedaleo es firme. El asfalto quiere mostrarme el gustazo de picar hacia arriba. Artesa. El pantano está repleto despuésde la últimas lluvias. El aliviadero descarga agua en forma de cascada. Las moscas cojoneras me comen cuando intento tocar agua con mi presencia intrusa. Fotos y mensajes en el móvil para mi princesa cautiva de crios.
Una diva escapa de la semana para quizás desnudar su espírituo y su cuerpo entre tanta naturaleza.
El firme es silencioso. El rodar es apacible. Quién como yo. Cómo disfruté de mi escapada en lugar de ese hartazgo sobre la mesa de papeo entre conversación trivial y cansina en algún restaurante de la capital.
La paz sigue en mi bar de aprovisionamiento de Alcudia de Veo. La vida transcurre sin prisa, bajo el sol menguante de la tarde de un mayo especialmente dadivoso con la lluvia celeste.
Trascurre la tarde a ritmo de baraja española sobre tapete verde y jubilados ociosos.
El penúltimo puerto se sube sobrado con el motor repleto de buen combustible negro.
La carretera que lleva a Almedijar es tan pura, que los vehículos motorizados no se atreven a contaminarla con sus ruidos y escapes.
Solo ante el castillo. Sobre el piso descarnado. Pedregoso de tanto abandono humano reparador de caminos.
El puerto es de lo más clásico. Dificultad, curvas de serpiente reviradas sobre si mismas. Firme en mal estado. Estrecha calzada, mirador del abismo más abrupto.
El cielo azul, bajo el cual al fondo habita el pueblo encalado de mis sueños; Aín. Parada y mirada lasciva de deseo no mundano. Foto desde lo alto, desde lejos. Borrosa la estampa en el móvil.
El collado de la Ibuana es el comienzo de otros caminos ya conquistados. Pruebo la senda de cabras. La rodilla responde demasiado. La gloria tiene nombre de día de la semana.
La vuelta, descenso, dolor de cuello, coches y gente que termina su dura jornada. Su dura semana laboral. ¿Hasta cuándo?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)