Con el nuevo año ya me hierve la sangre para volver a volar sobre el asfalto de la ciudad milenaria de Sagunto. El proximo domingo 16 voy a volver a batirme con mi sombra.
Las sensaciones en los cambios de ritmo de entrenamiento ya me han empezado a gustar.
Recuerdo el martes a las cuatro de la tarde contra el sol mediterraneo del paseo marítimo de Benicasim. Sobre la pulida superficie verde del carril bici. Reflejada mi sombra, perfectamente coordinada por el movimiento de brazos, me deleité mirando. Me deleité sintiendo, a ciento setenta pulsaciones la vida se nota de otra forma.
Nunca olvidaré esa recta, esa soltura, ese poder, esa relajación, ese volver...
Entre los troncos mágicos de los pinos volví a sentir la magia de antaño cuando un día conocí el paraje y enloquecí de libertad.
Hoy más allá de las tres he vuelto a convercer a mi ego de que para esto fui creado, para seguir corriendo. No sabré nunca hacia donde, pero mientras Dios me lo permita seguiré disfrutando del camino.
A pesar de mi debilidad intestinal vírica de hoy, he sido más fuerte y he vuelto a vencer.
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