He cumplido un nuevo año de existencia. Ya son cuarenta y podium.
A los curenta hay que sumarle los tres puestos del cajón en el que me hallo últimamente.
Quién dijo que este año iba a ser sabático. Lo retiro, por favor, si alguna vez salio de mi boca tamaña afirmación.
Después de confirmar en Sagunto lo que eran meras sensaciones, ahora ya estoy en disposición de afirmar que voy a seguir triunfando en esto de las carreras. Ya no solamente de las carreras, incluso de los entrenamientos. Ya no voy solo a dos patas, ahora llevo un motor en el pecho que me hace deslizar con más facilidad, un poquito más veloz y mucho menos cansado. El motor se llama corazón y tiene conexión directa con un organo un tanto extraño llamado cerebro.
Tanto que la mente sueña con la eternidad del instante. El presente sobre el asfalto, bajo el sol es espléndido. Y no me he tomado nada, bueno un poco de café y entre semana una dosis de gimnseng diario que me ayuda a superar las pequeñas dificultades del camino.
No sé cuanta gasolina le queda a este motor, pero mientras siga aquí seguiré rejuveneciendo con cada día que pase, cada año que cumpla.
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