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viernes, 24 de julio de 2009

DESDE LA TERRAZA VEO LA VIDA PASAR

Tecleo desde la mesa de la terraza de verano que da a la avenida de Illes Columbretes de la playa de Nules. No veo el mar pero se siente. Se oye si hay silencio. Son las doce menos cuarto de la noche. Los tertulianos del terreno ya han abandonado el banco de la calle. De fondo se oyen los grillos y cantos de la terraza del Stany. El lloro de un niño. La calor se disipa en forma de brisa marina muy tenue. La calima se nota en el personal. Hay cierto grado de inmsonio en la peña.
El silencio de la noche se llega a desear. ¿Cuando vendrá?
Nadie a la vista. Todo el mundo agazapado en sus refugios de primera fila y en las colmenas de segunda. Algun niño sin dueño corretea por la acera del paseo. Como almas en pena, sin hora ni sueño.
Hoy es viernes de final de Julio. Mañana poco trabajo. Yo no me voy a levantar temprano para entrenar. La contrareloj del clot es por la tarde. Tengo que ir a organizar y a correr. A ver si soy capaz de bajar de los diez minutos. Las sensaciones son muy buenas. Ya he marcado diez minutos y dieciseis segundos en entrenamiento. Ni los cuarenta me van a frenar.
La vida transcurre demasiado rápido para meditarla, demasiado para asumirla. Le respondo corriendo. Siempre con prisa. Sin reflexión. Sin relax. Si no fuera por momentos como estos que renuncias a la caja tonta y tecleas al otro amo del mundo...
Que será sin la tecla. Cuando años atras me resistía a abandonar la escritura deslizante del bolígrafo o la fascinante de la pluma sobre el cuaderno cuadriculado. Como cambian los tiempos. Como nos hace cambiar sin querer.

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